Ya apenas nos extrañamos cuando vemos pedaleando por nuestras carreteras a grupos compuestos por varias decenas de ciclistas de las más diversas edades y complexiones físicas.
No hay competición, sólo se trata de divertirse, de oxigenarse un poco y de recordarle a nuestro acomodado organismo que no nos rendimos ante el sedentarismo, y que incluso le exigimos prestaciones deportivas.
El cicloturismo es una práctica lúdico-deportiva a la que no faltan motivos que explican su sostenido crecimiento: es un medio de transporte muy barato, la bicicleta, que puede utilizarlo prácticamente cualquier persona, independientemente de su edad o condición física.