Una escasa preparación física y la práctica incontrolada del esquí pueden causar daños graves y permanentes para terceros o para el propio esquiador.
El descenso con esquís por una ladera nevada rodeada de bosque ya no es una práctica elitista o un coto de privilegiados.
El año pasado las estaciones invernales españolas recibieron la visita de más de seis millones de esquiadores, un 2% más que en la temporada 2002-2003.